Una mecedora
en el porche

MUDDY WATERS BOOKS

Es una larga historia: Mi vida, de Willie Nelson (Editorial Neo Sound)

Por estos pantanos somos muy devotos de Willie Nelson, así que hacía un tiempo ya que teníamos ubicadas las memorias que escribió allá por 2015 con la colaboración de David Ritz, un fenómeno en esto de traducir con coherencia y buen ritmo los recuerdos de grandes de la música como Marvin gaye, Aretha Flanklyn o Ray Charles, entre otros. El pasado noviembre, ese libro llegó por fin a la patria del balconing y el calimocho con el título Es una larga historia: Mi vida, y lo hizo de la mano de la editorial Neo-Sounds, a la que hay que agradecerle, entre otros títulos muy sugerentes, el lanzamiento un par de meses antes de Fortunate son, mi vida, mi música, las memorias de esa bestia parda del country rock que es John Fogerty.

¿Qué encontramos en Es una larga historia: Mi vida? Pues a Willie Nelson en esencia pura. Ignoramos cuánta mano ha metido en el trabajo el amigo Ritz, pero no cabe duda de que a Nelson se le puede paladear en cada párrafo. El libro hace gala de todos sus momentos destacables: humor, melancolía, cinismo y ese viva la vida con el que tanto nos hace disfrutar.

A lo largo de las 352 páginas del libro, el músico no tiene reparos en hablar de los pormenores de sus cuatro matrimonios, de lo crápula que ha sido siempre, lo que llevaba a su primera esposa a atarlo a la cama y pegarle con una escoba (“Probablemente había estado varios días sin pasar por casa, me gustaba mucho la noche, así que supongo que me lo merecía”); cómo su segunda mujer, la también cantante Shirley Collie, se convirtió en su amante cuando Willie volvió a casarse en 1971…

Pero más allá de comentarios de alcoba –que los hay y muy divertidos–, estas memorias resultan especialmente interesante en lo que al universo compositivo de Willie se refiere. Más allá de referencias musicales y estilísticas, las páginas abundan en momentos, procesos y brotes de inspiración creativa que cuajaron en algunas de las mejores canciones del pasado siglo. Naturalmente, al describir que episodios inspiraron determinadas canciones conocemos cuevas caras y aristas del músico.

Y no podía faltar a la cita Trigger, la sempiterna guitarra de Willie, bien reconocible por ese agujero que ha ido haciéndole a lo largo de los años por su peculiar forma de pulsar las cuerdas.  Se trata de una guitarra Martin N-20 de madera de palisandro y cuerdas de nylon, que nos cuenta el artista que lleva con él desde que en 1969 un músico medio borracho pisase su guitarra Baldwin. Tras comprarla, Willie le pidió Shot Jackson, un genio de la guitarra de Nashville, que la customizara combinando las tripas y la pastilla de la Baldwin. Con ese arreglo Willie consguió el sonido que estaba buscando, más cálido y humano, cercano a su voz aguda y nasal. La bautizó con el nombre de Trigger, como el caballo de Roy Rogers.

Willie quiere tanto a su guitarra que en una ocasión llamaron para decirle que su casa estaba en llamas. Agarró el coche y fue para allá. Preguntó si todo el mundo estaba bien y a salvo. Confirmado eso, y pese a la oposición de los bomberos, el músico se metió en la casa y salió minutos después con dos fundas. En una guardaba a Trigger, y en la otra, un kilo de hierba colombiana de primera.

Esto nos lleva a otro de los temas capitales de la vida de Willie Nelson, y por tanto muy presente en el libro: la marihuana. Que no las drogas, ojo, porque tras algunas experiencias con la cocaína y algún ácido, Willie tomó la decisión tajante de que ni él ni ningún miembro de su banda tocaría esas drogas. Ahora bien, la María… eso en puro café en la Willie Family Band. Y no solo hablamos de consumirla, que lo hace y sin tapujos, sino que también es un activista comprometido para la legalización de la marihuana en todo el país. De hecho, tiene hasta su propia marca de María, Willie’s Reserve, donde uno puede comprar desde cantidades importantes para echar el fin de semana hasta unos estuches la mar de resultones con cuatro penas cuajaditos bien liados.

El libro cuenta con un índice onomástico muy de agradecer para consultas puntuales. A propósito de nombres, hay que indicar que el libro está muy centrado en el propio Nelson y no abunda demasiado en su relación con otros artistas (como la santísima trinidad: Johnny Cash, Waylon Jennings y Kris Kristofferson). Están, desde luego, pero lo justo y necesario, algo comprensible a tenor de la extensión de la obra. Hay que tener en cuenta que Willie Nelson es casi tan productivo en el terreno editorial como en el musical; solo en 2021 ha publicado dos libros, Willie Nelson’s Letters to America (junio 2021) y Me and Sister Bobbie: True Tales of the Family Band (septiembre 2021), ambos centrados, precisamente, en anecdotario on the road. Y para los muy fan del artista, diremos que también tiene libros de anécdotas combinadas con chistes verdes (zafios, para qué engañarnos), como The Facts of Life: and Other Dirty Jokes (2003). Pero insistimos, hay que ser muy fan para obras como esta.

Para Es una larga historia: Mi vida, solo hay que tener curiosidad para saber más sobre uno de los músicos estadounidenses más brillantes y completos del siglo XX.