Adicciones, ‘winelovers’ y otras cuestiones delirantes que definen la nueva era del vino como espectáculo.
Dicen que hay pasiones que matan, y Santiago Rivas está dispuesto a correr el riesgo. Hace no mucho tiempo él era un tipo bastante normal, capaz de hablar de diversos temas con otras personas sin preocuparse demasiado por las aficiones o aptitudes de estas. Su vida estaba guiada por el noble propósito de tener unos ingresos holgados, buena salud y, en definitiva, ser feliz. Pero entonces, un día, se enamoró. Y no hablamos del episodio íntimo que le unió a la que hoy es su pareja, sino a la epifanía que, como a San Pablo, le derribó del caballo y habría de cambiar su vida para siempre. Un día, como decimos, se enamoró del vino.
No fue un amor a primera vista, ya se conocían tiempo atrás. Pero, poco a poco, Rivas fue un paso más allá de disfrutar con una cata a comenzar a divulgarla en redes sociales. Comprobó que los códigos de comunicación que manejaba conectaban muy bien con la gente, y eso, de alguna manera, le llevó a redescubrir su propia pasión por el vino. Y ahí fue cuando se perdió.
“Yo he acabado dedicándome al vino porque es vocacional, es algo que llevo dentro, es algo que ha acabado monopolizando mi vida hasta dejar muy poco resquicio a otras cosas; muy poco. A tener familia y poco más”, asegura el autor, y añade: “Salvando mi pareja y mi hijo, el resto de lo que hago o con los que me relaciono en mi vida tienen que ver con el vino”.
Como puede verse, lo de Santiago Rivas con el vino va mucho más allá del simple placer de paladearlo. A medida que iba descubriendo bodegas, añadas, uvas y denominaciones, la multitud de sus intereses vitales se iba volatilizando hasta que solo quedó el vino. Amigos, viajes, invitaciones… nada le interesaba si no tenía que ver con el vino. De hecho, ni siquiera su trabajo, con grandes perspectivas y una buena cifra a final de mes, que ha acabado abandonando para dedicar sus esfuerzos por entero al vino. Por el contrario, se ha convertido en todo un ‘influencer’ del sector (@colectivodecantado), con miles de seguidores en sus cuentas de Instagram y YouTube, y un podcast de referencia.
Esa entrega vital al universo vinícola ha hecho de Rivas uno de los mayores especialistas del país en la materia, y esa experiencia y conocimientos son los que ha volcado en las páginas de su primer libro: ‘Deja todo o deja el vino’. Claro que, de un autor tan singular cabría esperar una obra igual de disruptiva. Aquí no encontramos “diez consejos para”, ni “recomendaciones para”. Se trata, más bien, de una suerte de crónica de cómo el descubrimiento del vino le jodió la vida hasta el extremo de cambiarla radicalmente.
Durante ese viaje, el autor ha ido introduciéndose y conociendo todos los campos que atañen al sector, lo que le permite elaborar, más que una guía, una foto fija de cómo es en 2022 el mundo del vino, incluyendo las redes sociales, el postureo, la comunicación, la prensa especializada, las tiendas, las bodegas, los concursos, las puntuaciones de las guías, los winegang (o grupetes de amigos para catar)…
Para aquellos que sean amantes del vino a un nivel menos psicótico, no faltan recomendaciones de lugares a los que ir, vinos que probar, etc., siempre desde una óptica muy personal. Y tampoco se echarán en falta listas (guiadas por la superstición del autor por el número trece). Por otro lado, el libro aborda cómo el consumo se ha intelectualizado. Ya no es suficiente con que el vino sea bueno, lo importante es cómo nos haga quedar. “¿Qué proyección quieres dar? Aquí es donde llegamos a la palabra winelover, que se utiliza sobre todo en Instagram para definirte como alguien que tiene un interés en el vino más allá del recreativo de beber, que está intelectualizando su consumo”, asegura Rivas.
El propio autor define ‘Deja todo o deja el vino’ como “una comedia incontenible, porque todo este cambio de paradigma le está ocurriendo a un sector en el que el setenta por ciento aproximadamente de las atalayas de poder es gente muy mayor, que no entiende el fenómeno sociológico. Así que en el libro sobrevuela un análisis de hacia dónde va el mundo del vino y lo ridículo que tienen muchas conductas”.
A lo largo de sus páginas, la obra pasa revista a los personajes tipo más reconocibles del sector, desde el dueño de una vinoteca o el crítico periodístico al citado winelover, dedicando especial atención a los distintos tipos de bodegueros, para los que el autor tiene algunos consejos interesantes: “¿Qué debe hacer un bodeguero para triunfar con su vino? Sin duda la calidad del vino importa, pero hay otra serie de cuestiones que, si hoy no las cumples, estás muerto”.
Con muchos nombres propios pululando por sus páginas y aún más no citados pero reconocibles para los versados en la materia, ‘Deja todo o deja el vino’ es un libro disfrutable por especialistas y meros curiosos con un solo peligro: puede causar una doble adicción, tanto a su lectura como a su escanciado protagonista.